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ENKI



Enki, ordenador del mundo, conocedor de todas las artes, el moldeador de diseños.

El principio de los tiempos, para los sumerios, se retrataba como un espacio vacío; era un mundo al que le faltaba de todo, donde nada se desenvolvía correctamente. Un operario tenía que completar la creación. Un adecentamiento, una construcción era requerida para que lo dejado se complete. La aparición de la organización del territorio, de la parcelación, y de la construcción de edificios y ciudades sucedía, necesariamente, a una alteración del espacio, que implicaba la intervención de un arquitecto, un técnico capaz de reordenar o restaurar el espacio, a fin de que volviera a ser apto para la vida. ¿A quién es encomendada la labor de la conclusión de la creación?

Un ser ingenioso, astuto, que suplía su falta de fuerza física con su agudeza. Ésta le permitía hallar la mejor manera de dirimir un problema dado. Sabía desenredar ovillos en los que era imposible seguir el hilo o la trama de un asunto.

Conocedor de artes y artimañas para solventar problemas y conflictos, no creó el mundo, pero sí lo completó. Sus recursos, conocimientos y trucos, los transmitió a los seres humanos para que pudieran hacerse con el mundo. Fue el maestro. Ya había delimitado y organizado el espacio, pero restaban trabajos por hacer, tareas que requerían de unos modelos y conocimientos de los que los hombres carecían.

Instruyó a los sabios para que transmitieran los conocimientos divinos con los que hacer fructificar el mundo de los humanos. Astutos y atentos, fueron así capaces de solucionar toda clase de problemas, dándoles la vuelta, y de responder de manera imaginativa y económica a un encargo, siempre planteado como un problema, un acertijo, un enigma.

Era quien de resolver las más intrincadas cuestiones, como transportar grano en redes, en lugar de en bolsas. Enseñó a Ahiqar cómo construir un palacio fabuloso en los aires, con lo que se convirtió en el patrón de los Arquitectos.

Las tareas edilicias no eran desconocidas ni nuevas para él. Disponía, además, de un ejército de técnicos a su servicio (responsables de los ladrillos, el fuego, la carpintería, la herrería…) abocados a poner en práctica o supervisar distintas fases de las labores constructivas.

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Proyectaba, construía, incluso con sus propias manos, y dirigía a sus ayudantes en las tareas edilicias. La ayuda que brindaba a los hombres consistía siempre en la transmisión de sus conocimientos prácticos a fin de habilitar un espacio, construirse un techo protector bajo el que guarecerse.

Nuestra civilización comenzó con los sumerios. Ellos comenzaron a subdividir el espacio, medirlo, catastrarlo, sintetizarlo sobre planos, y construir sobre él. Y Enki fue quien les enseñó a hacerlo.

El signo cuneiforme sumerio con el que se escribía el nombre “ciudad” tiene la fuerza sintética de un logotipo: el perfil de un edificio bajo con un piso superior retranqueado, que permite la existencia de una amplia terraza. No era únicamente un arquitecto o un constructor, sino el que, tras habilitar el mundo, lograba que fuera habitable y acogedor.

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Nuestra civilización comenzó con los sumerios. Ellos comenzaron a subdividir el espacio, medirlo, catastrarlo, sintetizarlo sobre planos, y construir sobre él. Y Enki fue quien les enseñó a hacerlo.

El signo cuneiforme sumerio con el que se escribía el nombre “ciudad” tiene la fuerza sintética de un logotipo: el perfil de un edificio bajo con un piso superior retranqueado, que permite la existencia de una amplia terraza.

El signo cuneiforme sumerio con el que se escribía el nombre “ciudad” tiene la fuerza sintética de un logotipo: el perfil de un edificio bajo con un piso superior retranqueado, que permite la existencia de una amplia terraza. No era únicamente un arquitecto o un constructor, sino el que, tras habilitar el mundo, lograba que fuera habitable y acogedor.



Inteligente, pensador, investigador,
Dios, conocedor de toda sabiduría, creador,
Universal, nacido de la matriz
Enki pone las manos en sí mismo
Y agita y agita sus pensamientos.
Dios, Enki, creador,
De su propio, de su pensamiento.
De su inteligencia, marca el mundo.

"Mito de Enki y Ninmah"